En la era de los timos relucientes del desplumador con micrófono (mercachifle a secas), algunos charlatanes han adoptado el manto de la neurociencia, no como luz de la iluminación, sino como reclamo para cautivar a los incautos. Muchos están desesperados por aprender inglés y caen en los cantos de sirena de estos estafadores, que tejen un lenguaje impresionante que incluye montones de palabras científicas sobre un revolucionario "enfoque basado en la mente". Sin embargo, en el fondo no se trata más que de una lección de idiomas normal y corriente que demuestra, una vez más, que el cerebro es asombroso, pero que aún así se le puede embaucar a la antigua.
Reconozco que aprender un idioma no es sólo memorizar el vocabulario y las reglas gramaticales. Es un proceso complicado en el que intervienen distintas regiones del cerebro. Recientes hallazgos en Neurociencias han esclarecido cómo aprende y codifica nuestro cerebro nuevos idiomas. He aquí 10 datos fascinantes sobre la neurociencia (la de verdad) del aprendizaje de idiomas:
Plasticidad cerebral: La capacidad del cerebro para reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales se denomina plasticidad. El aprendizaje de idiomas, especialmente a una edad temprana, puede potenciar esta plasticidad.
Periodos críticos: Hay periodos críticos en la infancia en los que el cerebro es especialmente receptivo al aprendizaje de una nueva lengua.
Beneficios del cerebro bilingüe: Las personas bilingües suelen mejorar sus funciones ejecutivas.
Áreas de Broca y Wernicke: Son dos regiones primarias del cerebro implicadas en el procesamiento del lenguaje. Cuando una de estas zonas es dañada, la persona puede sufrir de afasia.
Efecto Stroop en bilingües: Las personas bilingües suelen mostrar una mayor capacidad para controlar el efecto Stroop (interferencia semántica al leer letras de colores).
Lengua e identidad: El cerebro procesa una segunda lengua de forma diferente según la edad de adquisición y la identidad cultural.
Acento y procesamiento cerebral: La capacidad del cerebro para producir un acento similar al nativo en una segunda lengua disminuye con el tiempo.
Densidad neuronal: El aprendizaje de idiomas puede aumentar la densidad de la materia gris del cerebro.
Procesamiento emocional: Las personas suelen procesar su lengua materna con mayor intensidad emocional que una segunda lengua. Esto de hecho influencia cómo expresamos y percibimos emociones en distintos idiomas.
Ahora, aquí hay realmente 5 cosas reales Neurocientíficos han contribuido a la educación:
Neuromarcadores para el aprendizaje de idiomas: La neurociencia ha descubierto neuromarcadores que pueden pronosticar los efectos de la enseñanza neurológica de idiomas . La identificación de estos indicadores ayudará a los profesores a diseñar enfoques pedagógicos adaptados a cada alumno, maximizando así su proceso de aprendizaje de idiomas.
Tender puentes entre la educación y la neurociencia: Combinar los conocimientos de la neurociencia con los de la educación lleva a investigadores y profesores a construir tareas de aprendizaje de idiomas que armonicen con los mecanismos de aprendizaje inherentes al cerebro, mejorando así la eficacia de la enseñanza de idiomas.
Impacto de la neurociencia en los métodos de enseñanza: La investigación neurocientífica ha impulsado el desarrollo de enfoques pedagógicos combinados que mejoran el aprendizaje de idiomas. Comprender cómo funciona el cerebro nos permite desarrollar mejores enfoques pedagógicos.
Dar forma a la práctica educativa: Los conocimientos neurocientíficos y genéticos pueden influir en las prácticas educativas, ofreciendo así una base científica para las metodologías de enseñanza de idiomas.
Neurobiología del aprendizaje: La investigación de la neurobiología del aprendizaje, en particular de la adquisición de segundas lenguas, puede aportar perspectivas útiles sobre cómo el cerebro procesa y adquiere nuevas lenguas. El conocimiento de las preferencias de aprendizaje permite adaptar la enseñanza a las preferencias cognitivas.
En el apreciado mundo de la neurociencia, los investigadores trabajan sin descanso para desvelar la compleja sinfonía de neuronas que hacen posible el aprendizaje de otro idioma. De hecho, este campo es muy prometedor y ofrece sugerencias sobre cómo estructurar nuestros intentos de aprender idiomas: desde el mejor momento del día para aprender una nueva lengua hasta el valor de la inmersión. Pero, como en cualquier empresa científica profunda, el camino del laboratorio a la aplicación en el mundo real es una danza sutil e intrincada. Cuidado con los estafadores que utilizan algunas palabras de moda de la neurociencia para venderte alguna poción mágica para aprender un idioma de forma más eficaz. Aunque la neurociencia ilumine el camino hacia la destreza políglota, ésta no viene acompañada de una varita mágica: el verdadero dominio requiere trabajo duro, diligencia y esfuerzo. Así que, la próxima vez que alguien esgrima atajos "basados en el cerebro", recuerde: Incluso en la era de la neurociencia, nada puede igualar el trabajo duro.
Nuestra materia gris es mágica: baila al ritmo de cada nueva palabra y frase en el gran tapiz que es la ciencia del cerebro y el aprendizaje de idiomas. Pero no nos dejemos engañar por los malabaristas de la jerga que prometen rendimientos estelares sólo para entregar polvo de estrellas. Más bien, alegrémonos de algunas de las verdaderas maravillas de la neurobiología y sus revelaciones sobre la adquisición del lenguaje. Al fin y al cabo, nuestras mentes están hechas para la lingüística, pero tampoco se les da mal olfatear chorradas. Y no es que los investigadores hayan dejado de estudiar el cerebro y el desarrollo del lenguaje, habrá descubrimientos por explorar. Brindo por el verdadero poder de la mente y por aprender un idioma de verdad, ¡lo REAL en este momento!
Y como la gente exigirá alguna prueba de lo que digo, éstas son algunas de las fuentes que he consultado sobre este asunto:
Asher, J. J., & García, R. (1969). The Optimal Age to Learn a Foreign Language. The Modern Language Journal, 53(5), 334–341. https://doi.org/10.2307/323026
Johnston, M. V. (2004). Clinical disorders of brain plasticity. Brain and Development, 26(2), 73–80. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/S0387-7604(03)00102-5
Klein, D., Mok, K., Chen, J.-K., & Watkins, K. E. (2014). Age of language learning shapes brain structure: A cortical thickness study of bilingual and monolingual individuals. Brain and Language, 131, 20–24. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.bandl.2013.05.014
Li, P., Legault, J., & Litcofsky, K. A. (2014). Neuroplasticity as a function of second language learning: Anatomical changes in the human brain. Cortex, 58, 301–324. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.cortex.2014.05.001
Madua, A. (2022). Teaching English to the rythm of the brain. Journal of Neuroeducation. https://doi.org/10.1344/joned.v3i1.39456.
Mårtensson, J., Eriksson, J., Bodammer, N. C., Lindgren, M., Johansson, M., Nyberg, L., & Lövdén, M. (2012). Growth of language-related brain areas after foreign language learning. NeuroImage, 63(1), 240–244. https://doi.org/https://doi.org/10.1016/j.neuroimage.2012.06.043
Sun, X., Marks, R., Zhang, K., Yu, C., Eggleston, R., Nickerson, N., Chou, T., Hu, X., Tardif, T., Satterfield, T., & Kovelman, I. (2022). Brain bases of English morphological processing: A comparison between Chinese-English, Spanish-English bilingual, and English monolingual children. Developmental science. https://doi.org/10.1111/desc.13251.
Wilcox, G., Morett, L., Hawes, Z., & Dommett, E. (2021). Why Educational Neuroscience Needs Educational and School Psychology to Effectively Translate Neuroscience to Educational Practice. Frontiers in Psychology, 11. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.618449.
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